Recordaréis que hace unas semanas escribí un post sobre mi experiencia durante un retiro organizado para enseñarle Mindfulness (un tipo de Meditación) a un grupo de psiquiatras. Añadiré el enlace al final del post, por si acaso no lo leísteis (o si queréis refrescaros la memoria. No es que quiera decir que es el post más memorable o mejor escrito sobre el tema pero…).
Ya entonces pensé que probablemente escribiría algún post más sobre el tema. Como expliqué entonces, para que te consideren ‘practicante’ el Colegio de Minfuld Psiquiatras requiere que hayas practicado la meditación, cada día sin falta, durante 90 días. De momento no he fallado ningún día. Recibí un mensaje diciéndome que había alcanzado los 30 días la semana pasada. (Como reviso los post el día antes de la publicación os puedo decir que he alcanzado los 40).
¿Qué me parece de momento? Bueno, como dije en el primer post, no estaba segura de si esto sería para mí. Sigo sin saberlo. Algunos días cuando llego al final de la meditación me doy cuenta de que mi mente ha estado vagando todo el tiempo (o eso me parece), otros días no tanto. Recientemente he estado probando algunas de las rutinas de meditación guiada, ya que encuentro algo más fácil enfocar mi mente en lo que está diciendo una persona, y lo seguiré probando. Me pareció interesante que a través de Insight Timer (el App que uso) recibí un mensaje esta semana (creo que el martes) de alguien diciéndome que me agradecía que hubiese meditado con ella. Un detalle majo.
La vida nos pone a prueba en ocasiones. A veces hace falta más y a veces menos para sacarnos de nuestras casillas. Hoy (domingo 27 de Octubre, ya que escribo posts con antelación y los programo cuando puedo) fue uno de esos días. Accedí hace algún tiempo a hacer asesoramientos (psiquiátricos, que es a lo que me dedico) fuera del trabajo y hoy alguien me llamó para que hiciera uno. Voy a dejar mi trabajo dentro de unos meses y la verdad es que era lo que menos me apetecía hacer hoy, pero no me pareció correcto decir que no, ya que me había ofrecido voluntaria y me olvidé de borrarme de la lista. ¿A quién iban a encontrar en domingo? Mi Broadband (conexión a internet, que naturalmente actualicé hace poco para que fuera más rápida y segura) no funcionaba, así que no tuve oportunidad de decirle a la gente que no iba a estar. Tuve que ir a comprar a toda prisa porque las tiendas no estarían abiertas para cuando acabase. El asesoramiento en sí fue algo problemático, pero al final llegamos a una conclusión. Esperemos que vaya bien. Mientras tanto había conseguido conectarme con el teléfono y conseguí enviarle un mensaje nada amable a alguien que me cogió de mal humor. Llegué a casa, intenté acabar de hacer algo en lo que estuve trabajando ayer (y en lo que gasté algo de dinero) y me di cuenta de que no funcionaría. Y entonces, por supuesto, mi impresora se quedó sin tinta y cuando fui a cambiarla, descubrí que había comprado dos cartuchos (bueno, tres) que no eran para esa impresora. Intentaré devolverlos, pero como hace tiempo no tengo ni idea de donde pueden estar los recibos. Ninguna tragedia, pero lo suficiente para ponerme de aún peor humor.
Cuando visité Hay-on-Wye (sí, también he escrito un post sobre eso) compré un libro de Pema Chödrön que sea llama ‘Cuando las cosas se desmoronan’ (When Things Fall Apart). Nos recomendaron sus obras durante el retiro y pensé que quizás este era un momento tan bueno como cualquier otro para echar un vistazo. Solo he leído unos cuantos capítulos pero ella nos anima a contemplar todos los eventos y no huir de las cosas (o los momentos) que nos irritan, que crean caos a nuestro alrededor, y nos dan miedo. Si no huimos de ellas eso nos ayudará a conocernos mejor. No nos hará más felices necesariamente, pero supongo que seremos más “nosotros”, y quizás aprendamos a ser más amables con nosotros mismos, y como corolario, con los demás.
Ella recuenta la historia que uno de sus maestros de Budismo les contó cuando le preguntaron si alguna vez tenía miedo. Él les explicó que su propio maestro le había animado a enfrentarse a las cosas que le daban miedo. Un día iba con otros dos estudiantes a un monasterio y allí había un enorme perro guardián encadenado cerca de la puerta. Estaba tirando de la cadena y parecía estar empeñando en atacarles. De repente la cadena se rompió y el perro saltó y echó a correr hacia ellos. Los otros dos estudiantes se quedaron congelados y empezaron a gritar, aterrorizados. El maestro de Pema explicó que él echó a correr hacia el perro. El perro se quedó tan sorprendido que se dio media vuelta, con el rabo entre las piernas.
Y como ella escribe:
“Podemos encontrar nuestro adversario (o la horma de nuestro zapato) en un caniche o un perro guardián furioso, pero la pregunta interesante es — ¿qué pasa después?”
En mi caso creo que tengo que aprender a decir que no en lugar de pasarme la vida sintiéndome irritada por tener que hacer cosas que no me hacían ninguna falta hacer. También tengo que ser más realista con mis expectaciones (de los demás, pero sobre todo de mí misma). Y tengo que tomarme las cosas con más calma y descansar un poco… Y, por supuesto, comprobar el tipo de cartuchos que compro. Esperemos que la conexión a internet vuelva a funcionar cuando pase la tormenta… Y si no, siempre puedo cambiar de proveedor. (Por cierto, de hecho el supermercado me cambio los cartuchos sin problemas. En cuanto a la conexión de internet parece que el fallo puede ser de la caja de conexión a la línea telefónica dentro de mi propiedad, así que no tiene que ver con el proveedor).
Muchas gracias por leer, y si lo habéis disfrutado, u os ha hecho pensar, por favor comentad, compartid, dadle al me gusta… Y hoy ni siquiera tenéis que hacer clic (a menos que de verdad os apetezca leer los previos posts).
Enlaces a mis previos posts:
https://olganm.wordpress.com/2013/09/27/mindfulness-y-un-retiro-para-psiquiatras/
https://olganm.wordpress.com/2013/10/22/hay-on-wye-un-paraiso-para-los-amantes-de-los-libros/
9 replies on “Mindulfness 2. Probando, probando”
Verdaderamente aterrador puede ser uno de esos malos días (que todos tenemos) y en el cual TODO nos sale mal o nos parece que “algo” está en contra nuestro. Lo gracioso es lo a pecho que nos lo tomamos y el disgusto tan grande que nos produce, aparte de la angustia claro está. Menos mal que, al igual que tu llegaste a la mejor solución, cada uno de nosotros, un día u otro, también damos con ella, esta es, seguir caminando aunque sea a tropezones. Simpático post, Olga NM. Un abrazo y muchos ánimos.
LikeLike
Gracias Frank. La cuestión es seguir adelante, aunque días que sería major quedarnos en la cama.
LikeLike
Lo de los cartuchos no tiene solución, lo demás si…
LikeLike
No todo se puede solucionar cuando necesitas la solución, y no hay nada más pesado que cuando llames a la compañía de teléfono te sugieran que busques la solución en su página de internet, cuando no tienes connexión a internet! Además los mensajes estos automáticos (aprieta 1 si esto, 2 si lo otro)… Y al final acabas hablando con alguien en la India, como en la película ‘Slumdog Millionaire’… Lo de los cartuchos lo solucioné. Aunque broadband funciona, el teléfono sigue haciendo ruido, así que creo que tender que llamar a un técnico. Y por supuesto el sábado me entró agua por el buzón… (que sellé hace meses porque me pasaba lo mismo). Voy a tener que cambiar la puerta. Bueno, dejémoslo, que no se acaba nunca…Quizás tendría que hacerme monja budista…
LikeLike
No me vendría mal un poco de meditación, y frenar el ritmo que a veces nos imponemos de forma absurda o por no saber decir que no. A mí suele pasarme que me dejo enrolar en todo lo que nadie más quiere hacer. Lo de los cartuchos de tinta también me ha pasado. En fin… que me encantan tus entradas. Y anoche comencé a leer “Click me happy”. Creo que ya te había dicho que me gusta mucho este título. Ya veremos qué final elijo, aunque seguro que los leo todos…
LikeLike
Gracias Mayte. Es verdad, yo me apunto a cosas con otros y acabo haciéndolo todo yo sola al final. Espero que te guste Click! La versión papel en español anda en manos de la maquetadora así que habrá versión corregida pero no sé exactamente cuándo (a ver si con un poco de suerte antes de Navidades…). La mayoría de gente se lee los tres finales aunque sí que prefieren uno (nadie de momento me ha dicho que prefiera el final triste, aunque el neutral sí…)
Yo tengo varias de las tuyas en la cola. Como siempre confío dedicarme un poco más a lectura durante las Navidades (especialmente si acabo lo que estoy traduciendo ahora…)
LikeLike
Si encuentras un chocolate y en especial de los suizos, saborealos y ya no te importará para nada la internet, los cartuchos o el perro jajajajaja
LikeLike
Creo que nunca he sido capaz de meditar, o eso de poner la mente en blanco. Sí me parece interesante lo de enfrentarse a los miedos; a veces la vida te pone delante de ellos aunque no quieras y el resultado es interesante: se puede superar el miedo o se puede aprender (sin darse uno cuenta) a tener miedo como acto reflejo a lo que antes nunca te asustó. Gracias por el post Olga.
LikeLike
Gracias Manuela. Yo tampoco tengo ninguna gracia en ello. La verdad es que no es poner la mente en blanco, si no, dependiendo del tipo de meditación, es concentrarte en algo. Normalmente en Mindfulness es la respiración. Si la mente se te va a otras cosas, vuelves a la respiración, pero no hay forma correcta ni incorrecta de meditar, y hay que darse cuenta de que la mente se ha ido por ahí, observarlo, y volver a centrarse. Todo hay que aceptarlo como natural, así es la mente…
Algunas de las meditaciones guiadas lo hacen más fácil pero supongo que depende de lo que te pueda servir. Yo lo estoy probando, aunque no puedo decirte que me haya cambiado la vida. Tampoco te dicen que te vaya a hacer feliz, pero en teoría te ayuda a hacerte más consciente de como te funciona la mente… que puede que sea verdad.
LikeLike